Una vez al año y por sólo unos días en el corazón de Extremadura: El Valle del Jerte, ve como sus colinas aparecen nevadas de flores blancas. La floración de un millón de cerezos convierte este espacio en un paraíso teñido de blanco.
Cuando empiezan a desaparecer las nieves de las cumbres, otro blanco se extiende por sus laderas, el blanco puro y aromático de la flor del cerezo. Este milagro es uno de los mejores regalos que la naturaleza nos puede ofrecer cada año.
Cuando empiezan a desaparecer las nieves de las cumbres, otro blanco se extiende por sus laderas, el blanco puro y aromático de la flor del cerezo. Este milagro es uno de los mejores regalos que la naturaleza nos puede ofrecer cada año.